Un pívot al Asia-Pacífico
Por muchos años, Panamá ha priorizado a las Américas y a Europa en el ejercicio de sus relaciones internacionales. Las tendencias actuales sugieren que un pívot hacia el Asia-Pacífico se hace necesario en el interés de salvaguardar nuestros intereses estratégicos.
En ampliar dichas relaciones, Panamá enfrentaría importantes desafíos y oportunidades. Debido a su privilegiada posición geográfica y a distintos factores estratégicos, es fundamental que el país desarrolle una estrategia para la región focalizada en al menos tres puntos:
1. Promover la estabilidad y el tránsito seguro por las principales rutas marítimas internacionales. El Canal de Panamá es una de las principales rutas del comercio marítimo internacional. Una de sus principales ventajas competitivas del Canal es que es una ruta estable y segura sin mayores conflictos geopolíticos, a diferencia de los estrechos de Malaca, Ormuz, Bósforo, Bab el-Mandeb y Gibraltar, el Canal de Suez y el cabo de Buena Esperanza. De igual forma, el Mar Caribe comparado con el Océano Índico, el Mar Mediterráneo y el cuerno de África, no tiene mayores amenazas de seguridad. Preservar esta estabilidad es fundamental para el éxito de Panamá. Aquello hace imperativo prevenir la penetración de actores disruptivos y revisionistas en Centroamérica y trabajar con aquellos Estados que favorecen su estabilidad.
Panamá también tiene la flota de marina mercante más grande del mundo. Esto conlleva a que cualquier ejercicio de profundización de las relaciones entre Panamá y el Asia-Pacífico deba tener entre sus objetivos estabilizar ciertos puntos clave de la cuenca asiática del Pacífico en aras de facilitar el comercio y el libre tránsito de mercaderías. Esto es de particular importancia en zonas objeto de disputa como el Mar del Sur de China y el estrecho de Taiwán. En ese sentido, Panamá debe favorecer la libertad de navegación por estas zonas en el interés de garantizar el acceso al estrecho de Malaca, facilitando así el comercio marítimo internacional a través de su flota de marina mercante.
2. Entablar relaciones que trasciendan el ámbito transaccional-comercial y que promuevan valores y principios compartidos. Al momento de profundizar nuestras relaciones con el Asia-Pacífico es menester potenciar alianzas estratégicas con aquellos Estados de la región con quienes compartimos valores y principios como la democracia, los derechos humanos y la transparencia. Esto constituye una salvaguarda contra un sinnúmero de asimetrías que Panamá tendría que afrontar con otros Estados de la región. En ese sentido, potenciar relaciones con Japón, Corea del Sur y el bloque conformado por ASEAN parece ser el camino a seguir. Panamá es parte del tratado de libre comercio de Centroamérica con Corea y también tiene un tratado bilateral de libre comercio con Singapur.
A pesar de la política de “Una sola China”, Panamá debería considerar restablecer vínculos informales con Taiwán tanto a nivel político como económico. Taiwán es un líder regional y global en los valores y principios que buscamos promover. Además, en 2023, Estados Unidos y Panamá anunciaron una alianza para el crecimiento y la diversificación del ecosistema de semiconductores. Taiwán es el actor más importante en esta industria por lo que un reacercamiento se hace necesario.
3. Incursionar en el multilateralismo informal sin dejar de potenciar las bondades de las instituciones del derecho internacional. Recientemente, Panamá suscribió el Tratado de Amistad y Cooperación del ASEAN, incorporándose a los principios de cooperación amistosa y coexistencia pacífica que imperan en la región. Esta decisión fue estratégicamente acertada, ya que la ASEAN representa un punto medio entre las instituciones multilaterales informales que prevalecen en Asia y las instituciones de derecho internacional promovidas por Occidente. Al hacerlo, Panamá también planteó un acercamiento a la región. En lugar de centrarse únicamente en países como China, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos, dicha decisión busca ampliar los vínculos existentes con Singapur e Indonesia, al tiempo de que sentamos las bases para establecer relaciones más estrechas con Filipinas, Tailandia, Vietnam y otros.
Además, como un mecanismo para incidir en el multilateralismo informal que caracteriza a la cuenca asiática del Pacífico, Panamá debe revisitar su posible incorporación a la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú), pues junto a Costa Rica son los únicos dos Estados que fueron en un momento considerados para convertirse en miembros plenos. Esto le permitiría a Panamá negociar en bloque, cuando las circunstancias así nos lo requieran, y posicionarse ante una eventual apertura para nuestra membresía en APEC. También debe considerarse aplicar al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, el cual amplía – con sus limitaciones – las relaciones con ciertos países de la cuenca asiática del Pacífico (Brunéi, Japón, Malasia, Singapur y Vietnam) e incluye a Oceanía y las Américas.
En resumen, Panamá necesita una estrategia para Asia-Pacífico que incluya marcos de colaboración con Estados afines y una visión estratégica para la región y sus dinámicas contemporáneas. Estos tres puntos, en mi opinión, sientan las bases para dicha estrategia panameña.
*El autor es abogado y profesor de derecho internacional