EE UU-Panamá, una relación de “extrema importancia”
Finalmente, la residencia oficial de Estados Unidos en Panamá tiene inquilino. Después de 56 meses sin embajador estadounidense, el jueves pasado asumió su puesto en Panamá la diplomática Mari Carmen Aponte (Santurce, 1946).
La enviada de Washington es una diplomática experimentada, no solo por ser la primera puertorriqueña en llevar el título de embajadora de Estados Unidos, también porque conoce la región por su misión en el Salvador y su desempeño como secretaria adjunta del Departamento de Estado para el hemisferio occidental.
Abogada, con distinciones honoríficas de prestigiosas universidades estadunidenses y puertorriqueñas, Aponte resumió la relación con Panamá como de “extrema importancia” para la Casa Blanca y se planteó como misión “subrayar esa relación y estrecharla”.
Si bien durante la administración anterior, Panamá registró un aislamiento en las relaciones con Estados Unidos -con el agravante de repudiar a Taiwán para lanzarse en manera opaca en los brazos de China-, bajo el gobierno de Nito Cortizo, pese a no contar con un embajador en el país, Washington estrechó los lazos con el Palacio de las Garzas mediante una treinta de misiones de primer nivel.