EDITORIAL : Una pausa
El país lo reclama. Una pausa para normalizar las actividades personales y económicas mientras se espera que fallo de la Corte Suprema sobre el contrato minero.
Es evidente que el cierre de calles y rutas ha sido mortal. La reapertura anunciada, por pocas horas, es un alivio pero no resuelve ni detiene la crisis.
Hay una responsabilidad en las dirigencias sindicales y sociales de entender el impacto sobre la calidad de vida de miles de panameños porque son ellos los que han perdido citas médicas, su libertad de movilización y han visto como la escasez de productos básicos es ahora parte de su vida diaria.
Hacer un alto no significa claudicar. Por el contrario. Detener el impacto que han tenido estas jornadas en las empresas y en la producción de alimentos empujan a la desesperación e incrementan la zozobra, con graves consecuencias que ya se conocen.