Opinión

El día después

02 de agosto de 2019

El cinco de mayo no debe verse únicamente como el cierre de una agitada campaña electoral democrática pasada. Ese día, todos ganamos. Fue, también, el inicio de la etapa complementaria, principalmente para el gobierno elegido, que tiene, según la sana doctrina, la obligación de alcanzar su finalidad específica: el Bien Común, esto es, el deber de proporciona a la sociedad “el conjunto de aquellas condiciones de la vida social con las cuales los hombres, las familias (subrayado nuestro), y las asociaciones, pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección”, (Juan XXIII. Pacem in Terris).

Una “plenitud” y perfección” entendidas según los valores éticos y morales de nuestra cultura. La fecha marca, también, el inicio de una nueva oposición, que incluye a quienes participaron como candidatos “independientes” y, además, a quienes, con esta categoría, fueron eliminados por un sistema excluyente.

Todos deben continuar en sus tareas políticas, en nombre de sus seguidores. Sin embargo, los principales protagonistas del quinquenio político que se inicia el lunes 6 de mayo son los hombres y mujeres que participaron en las votaciones.

Quizá como nunca antes en nuestra historia, una mayoría de electores cumplieron la tarea “bajo protesta”, por la percepción de corrupción y limitaciones en la oferta electoral. Pero, esta situación es culpa del mismo pueblo como elector, que se desentiende de la actividad política, como si esta solamente le correspondiera a los partidos políticos y solo importa el día de las elecciones.

Los próximos cinco años se van a caracterizar por la intención, ya conocida, de imponer a nuestro país, en nombre del “progresismo” los cambios legales y hasta constitucionales que la agenda totalitaria, impulsada por el “colonialismo ideológico” de la ONU para imponer el distópico Nuevo Orden Mundial, mil veces denunciado por totalitario y reconocida amenaza a nuestra soberanía. ¿Tendrá el nuevo gobierno el valor y coraje de defendernos?


* Periodista.

Miguel A. Espino Perigault
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