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París-1924, los Juegos Olímpicos que marcaron un antes y un después

27 de junio de 2024

Johnny Weissmuller antes de ser Tarzán, Paavo Nurmi liderando al grupo de los 'finlandeses voladores' o Roger Ducret deslumbrando en la esgrima: los Juegos de París-1924 brindaron los primeros grandes héroes del olimpismo moderno, en una edición que marcó época.

Hace un siglo, París acogía la octava edición de los Juegos Olímpicos de la era moderna, 24 años después de haber albergado en 1900 la segunda, en el marco de la Exposición Universal de ese año. Las diferencias entre ambas fueron enormes.

Para Pierre de Coubertin, presidente-fundador del COI, 1924 suponía una cierta revancha después de haber visto como la de 1900 recibía el apelativo de "Concurso Internacional de Ejercicios Físicos y de Deportes", impuesto por los organizadores en lugar de su sello olímpico recién nacido.

París se había enfrentado por la sede de 1924 a grandes competidores: Ámsterdam, Barcelona, Los Angeles, Lyon, Praga y Roma. Pero el principal obstáculo estaba en las malas relaciones entre los miembros del Comité Olímpico Francés y Pierre de Coubertin, ante lo cual llegó a ser necesaria la intervención de diplomáticos franceses.

La unidad permitió unos Juegos exitosos, al contrario que los de 1900, y sobre todo mucho más conformes a la idea que tenía el barón de Coubertin, un visionario en su idea del lugar que el deporte debía tener en la sociedad aunque una figura también con sombras por posturas reaccionarias y controvertidas, como su afirmación de que "una Olimpiada femenina no tendría interés y sería antiestética".

- "Citius, Altius, Fortius" -

Pero los tiempos iban cambiando y el contingente femenino, en el que estaba la mítica tenista francesa Suzanne Lenglen, es dos veces más grande en París-1924 que en la cita anterior de Amberes-1920, al pasar de 65 a 135 mujeres participantes.

En la cita de 1924 hubo 3.088 deportistas de 44 naciones diferentes, en unos Juegos Olímpicos celebrados entre el 5 y el 27 de julio pero que en realidad se extendieron durante casi tres meses, ya que el torneo de rugby XV había comenzado el 4 de mayo.

Esa edición fue también la de la implantación de varias novedades, entre ellas la divisa "Citius, Altius, Fortius" (más rápido, más alto, más fuerte) y la de la ceremonia de clausura, con sus tres banderas izadas, la del COI, la del país anfitrión y del país de la siguiente sede.

Se construyó además pro primera vez una Villa Olímpica, hecha con edificios en madera, con agua corriente, un restaurante, una oficina de correos, una peluquería... Estaba cerca del estadio Yves-du-Manoir de Colombes (periferia de París), lugar que fue el corazón de aquellos Juegos Olímpicos.

Pero fue en la piscina de Tourelles, en el vigésimo distrito de París (este de la ciudad), donde emergió una de las primeras superestrellas olímpicas, el nadador Johnny Weissmuller.

El estadounidense, que dos años antes se había convertido en el primero en nadar los 100 metros por debajo del minuto, ganó tres medallas de oro (100 y 400 metros libre, relevo 4x200 metros) y una de bronce con el equipo de waterpolo.

Invencible en aquellos momentos, lo siguió siendo hasta los siguiente Juegos en Ámsterdam-1928, antes de que Hollywood le hiciera pasar a la historia como el Tarzán más célebre del cine, con doce películas encarnando ese personaje entre 1932 y 1948.

- "Carros de fuego" -

También el cine fue protagonista en la amistad entre los británicos Harold Abrahams y Eric Liddell, que inspiró la película "Carros de fuego" de Hugh Hudson con música de Vangelis, coronada con cuatro premios Oscar en 1982.

El primero, judío, tuvo que hacer frente al antisemitismo del ambiente en ese momento a pesar de su ateísmo. El segundo, protestante presbiteriano, era un ferviente practicante, hasta el punto de renunciar a la final de 100 metros que debía enfrentarles por estar programada un domingo.

Abrahams se impuso en los 100 metros y Liddell se consoló con los 400 metros, logrando además el récord del mundo en esa distancia.

Entre los 20 deportes y las 126 pruebas en el programa de esos Juegos Olímpicos, las carreras de fondo fueron el teatro de un dominio aplastante de los finlandeses, liderados por Paavo Nurmi, que ganó cinco medallas de oro, entre ellas las de 1.500 y 5.000 metros, en dos carreras disputadas con apenas 55 minutos de distancia. Su compatriota Ville Ritola se colgó cuatro oros y dos platas.

La esgrima tuvo por su parte como gran figura a un francés, Roger Ducret, que consiguió tres medallas de oro y dos de plata, en florete, espada y sable.

El éxito popular de París-1924 fue evidente. Alrededor de 600.000 espectadores compraron entradas para el evento y algunos vivieron momentos para la historia como el concurso de salto largo en el que el estadounidense William DeHart Hubbart fue el primer atleta negro campeón olímpico en una prueba individual.

Fue todo un símbolo en la época y un mensaje para algunas mentalidades que imperaban, incluidas las de Pierre de Coubertin, colonialista convencido, para quien "la raza blanca es de una esencia superior".

Esos Juegos fueron los últimos bajo la égida del barón, cuya posición en el COI estaba fragilizada y que presentó su dimisión en 1925, aunque nadie le pudo quitar haber pasado a la historia como padre del olimpismo moderno.