Opinión

La tragicomedia

02 de agosto de 2019

No hay nada más dulce que el poder, y nada más amargo que dejarlo saliendo por la puerta de atrás. Estoy seguro que Juan Carlos Varela, de quien un día dije que era un “hombre bueno”, resultó todo lo contrario. Dejó la presidencia del país con más pena que gloria y en ese espejo deben verse muchos para no cometer los mismos errores.


El exmandatario se dedicó a destruir en vez de construir. Asumió poderes que no le correspondían y allí radicó su mayor pecado.


Se le dijo hasta la saciedad que su mal concepto de la amistad lo llevaría al desastre, sin embargo se empecinó en mantener en puestos de mucha responsabilidad a gente incapaz. Y si a eso le sumamos el gran error de la falta de humildad y su debilidad por “pasar facturas” a los que fueron sus socios en el gobierno que le antecedió, la “tragicomedia” que terminó viviendo era predecible. Pero como decían los abuelos, “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.


Pudo lucirse en su mandato tan solo terminando las muchas obras que le dejaron como herencia, pero el odio contra su antecesor le nubló la inteligencia y optó por todo lo contrario: destruirlas. Una pésima decisión. Pero repito, más pudo la prepotencia que la humildad.

Tanto así dejó el cargo en medio de un fuerte hedor a corrupción y de acciones ilegales con la complicidad de un sistema de justicia que en vez de hacer cumplir la ley, se convirtió en un sistema dependiente y selectivo.


Los errores sepultaron la fama de las cosas buenas que hizo, porque es innegable que no todo fue malo. Aunque lamentablemente, su pésimo equipo de publicidad y relaciones públicas mostró total incompetencia.


Ojalá que todos estas fallas no se cometan nuevamente y “el buen gobierno” responda a las muchas expectativas y esperanzas.
Este pueblo tiene derecho a recuperarse. Y pienso que Nito [Laurentino Cortizo] tiene todo para hacerlo bien. ¡Ojalá!


* El autor es periodista.

Euclides Corro
[email protected]

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