No abandonemos nuestra iglesia

El reciente escándalo  que sacude a nuestra iglesia católica debe, más allá de cualquier cuestionamiento, provocar un examen responsable de las causas y efectos de lo que está sucediendo y buscar, precisamente en nuestra fe la respuesta que nos ayude a fortalecerla en vez de debilitarla.

No es cuestión de hacer señalamientos irresponsables, sino más bien de analizar el problema y encauzar una solución que lejos de provocar un aislamiento peligroso, nos permita analizar qué es lo que está sucediendo.

Es probable que exista una falta de liderazgo dentro de la propia iglesia donde no se esté promoviendo la unidad y la conversión, sino más bien alentando  divisiones innecesarias, producto quizás, de ambiciones e incluso envidias, que han deteriorado la imagen y la voluntad de nuestros sacerdotes.

El Santo Padre Francisco durante su visita a Panamá en el marco del encuentro de juventudes, pronunció un discurso en la renovada iglesia de San Francisco, en el Casco Viejo de nuestra ciudad, reunido con cardenales y arzobispos, en el que los conminó a no aislarse de sus sacerdotes, a darles seguimiento y fortalecer la unidad del clero.

Y por algo el Papa hizo este pronunciamiento. En Panamá, es evidente que hay muchas quejas entre nuestros sacerdotes por la forma en que se les aísla, e incluso se les “persigue”, en vez de hacer todo lo contrario. El homosexualismo entre algunos sacerdote puede tener su génesis en el aislamiento, la soledad y el abandono por parte del “rebaño”, que en vez de sumarlos a la familia.

Advierto que no los estoy excusando, sino buscando la razón de un tema que a todos nos debe preocupar e involucrar. La situación es grave. No es el primer caso y la dirigencia de nuestra iglesia lo sabe, pero no ha actuado ni con diligencia ni la fortaleza necesaria. Y precisamente en esa actitud es donde debemos buscar la respuesta antes que el desastre sea irreversible.

Euclides M. Corro R.
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*El autor es periodista.