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Yusra Mardini, de una Siria en guerra a la piscina de Mundiales de natación

02 de agosto de 2019

Lejos de las bombas que desgarran su país, Siria, y del mar Mediterráneo que casi se la traga, la nadadora Yusra Mardini disputa en Corea del Sur su segundos Mundial bajo la bandera de deportistas refugiados.Han pasado cuatro años desde que Mardini abandonase Damasco, separándose de sus padres y de su hermana pequeña para huir de las explosiones que arrasaron la capital siria."Había ataques con bombas que hacían quebrarse las ventanas de la piscina", recuerda la nadadora de 21 años, describiendo a la AFP una vida "bajo terror constante".Su historia es digna de película, y no en vano está en proceso de ser llevada al cine en Hollywood. Pero antes ha dado la vuelta al mundo. En el verano boreal de 2015, en plena travesía por el Mediterráneo para alcanzar Europa al igual que miles de sirios, Yusra Mardini salvó la vida pese a navegar en un precario bote rebosante de personas en su misma situación.- Sin siquiera zapatos -
En algún lugar entre la ciudad turca de Izmir y la isla griega de Lesbos, el motor de la embarcación, dotada para acoger a siete pasajeros como máximo, deja de funcionar quedando a la deriva las 20 personas que viajaban en ella.Únicas en saber nadar, Mardini y su hermana Sarah no dudaron en lanzarse al agua para remolcar la embarcación hasta la costa, alcanzada al cabo de tres horas de nado extenuante.Cuatro años después de aquella odisea, es el electrónico de la piscina de Gwangju el que le arranca una mueca: con un tiempo de 1 minuto 8 segundos y 79 centésimas, no mejora su récord personal en los 100 metros mariposa. Su tiempo, el 47º de las series, refleja 12 segundos más que el de la vigente campeona del mundo, Sarah Sjostrom."No estoy nada satisfecha", comenta. "Tengo unos problemas en el hombro (...). Me quedan los 100 metros estilo libre, estoy con muchas ganas de hacerlo bien", afirma Mardini, instalada en Berlín luego de haber desembarcado en Grecia con "nada más que unos vaqueros y una camiseta", y "ni siquiera zapatos".Convertida en embajadora de buena voluntad para el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados luego de su participación en los Juegos de Rio en 2016 bajo la bandera del equipo de refugiados, Yusra Mardini guarda un recuerdo "increíble" de su aventura olímpica y del "recibimiento de la gente"."Al principio rechazaba a formar parte de un equipo de refugiados porque temía que algunos pensasen que yo sólo estaba ahí por mi historia", explica."Yo quería merecerlo. Pero me di cuenta de que era una oportunidad para representar a esas personas, entonces aproveché la posibilidad y no me arrepiento", confiesa, "orgullosa de representar a millones de personas desplazadas en el mundo".

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