Un país sin oposición

No es fácil gobernar, pero hacerlo sin antagonistas políticos lo hace mucho menos difícil. Como meras distracciones catalogaría el Ejecutivo casos como el de la directora de Migración y la falta de severidad de quien la puso en ese puesto, cuyas repercusiones, en distinto escenario, con fuerzas políticas en franca oposición, hubiesen sido distintas.

Quienes compitieron con el partido dominante en las elecciones pasadas, o desaparecieron o se alinearon a las coordenadas del gobierno. La balanza se ha desajustado, es hora de nivelarla. 

Mario Lara
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